Por más de 50 años, la Fundación Ford ha tenido como meta apoyar el desarrollo económico y el establecimiento de sociedades democráticas en la Región Andina. Durante los primeros años, nos concentramos en el avance educativo y el desarrollo productivo. En las décadas de 1970 y 1980, mientras las dictaduras se imponían y desarrollaban su agenda de violencia, nos asociamos con grupos que documentaban los abusos a los derechos humanos y con férreos defensores de los derechos humanos.

A lo largo de 1990, cuando en la región se vivía la transición de dictaduras autoritarias a regímenes democráticos, la fundación promovió la justicia de transición apoyando a comisiones defensoras de la verdad y otras iniciativas dedicadas a preservar la memoria histórica. Permanecimos comprometidos con la justicia económica, ayudando a desarrollar programas de microfinanzas para los pobres y trabajamos para promover los derechos de la mujer y la salud reproductiva, así como la responsabilidad y transparencia de los gobiernos.

Hoy, a medida que las reformas democráticas continúan extendiéndose en toda la región, los países donde trabajamos se encuentran viviendo momentos decisivos. La fundación mantiene su compromiso de procurar que todas las personas de la región accedan a los beneficios de la democracia y del crecimiento económico. Creemos que la lucha contra la persistente exclusión y discriminación es la clave para lograr una participación democrática plena y una prosperidad ampliamente compartida.